(esta es la
transcripción de una carta escrita por una pasajera: Vilma Mega)
Lo primero que llamó
mi atención fue que le dijo a una pasajera:”Señora, tiene que bajarse en esta
esquina, cruzar en diagonal y allá, ve… en ese refugio, tome el 440 de cartel
verde …espere, no se apure que la acerco al cordón!” Lo miré como si fuera un
extraterrestre, porque realmente no es muy común que digamos, ver a
Un colectivero ser lo
que se dice “amable” con los pasajeros.
A las pocas cuadras
subió una señora: “Buen día María! ¿Cómo andamos hoy?”
La mujer le sonrió y
le dijo: “Muy bien, Mario, gracias ¿Y usted?. La señora se
sentó a mi lado
“seguramente son vecinos”, pensé.
En ese momento subió
un señor y se repitió el hecho. “Esto es demasiada casualidad”, me dije.
Entonces para sacarme la duda, le pregunté a la señora que
estaba sentada a mi
lado si lo conocía y me contestó: “A Mario lo conocen todos,
es la persona más
buena del mundo… siempre tiene una sonrisa en los labios y
está atento a todo lo
que pasa adentro del colectivo. Una vez
una mujer subió con
mucha dificultad, él
se levantó a ayudarla… la mujer mostraba evidencia de que
iba a dar a luz en
forma inmediata, entonces Mario, sin preguntarnos nada a nin-
guno de los
pasajeros, cerró la puerta y no paró hasta la puerta del Hospital.
Una vez que la mujer
fue recibida por los médicos, él, con una sonrisa en los labios
y lágrimas en los
ojos nos dijo:”Bueno, ahora díganme dónde tenían que bajar así
rehago el recorrido”.
Y como esa hay muchas más buenas acciones de Mario, por eso todos los
conocemos”.
Deberían hacerle una
nota a este hombre, me dije, porque generalmente se desta-
can las cosas malas
que suceden, parecería ser que hacer las cosas mal tiene
premio. Decidí que
por lo menos iba a intentarlo, entonces me acerqué al asiento
del conductor y le
pregunté ¿Me daría sus datos? “¿Para qué?”, me dijo. Porque
me gustaría que se
supiera lo que usted hace. “¿Usted es periodista?”, me pregun-
tó. No, soy actriz…
pero conozco muchos buenos periodistas que estarían
interesados en
hacerle una nota, así que dígame…”La línea es la 365, interno 35,
de la compañía LISA”.
Eso está a la vista, le dije, pero me falta saber su nombre
completo. “Mi nombre
es Mario Raúl Romanovich, y aunque usted no lo crea
soy descediente del
príncipe ruso”. Por su puesto que le creo Señor Conductor,
porque evidentemente
para tener la Nobleza
que usted tiene, lo tiene que llevar
en la sangre.
Supongo que ya se
habrán dado cuenta cuál es la diferencia entre
colectivero y
Señor Conductor. Creo
que hay muchos Marios en la vida… pero creo también
que deberían
conocerse más las buenas cosas que hacen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario