El circuito de aguas, enorme, puede hacerse en hora y media o estirarlo a unas placenteras dos horas. Cambiados y con nuestras pertenencias a buen recaudo en los lockers del vestuario, comenzamos con la ducha previa al sanarium, un sauna cuya temperatura oscila entre los 40 y 50 grados. Tras unos diez minutos -cada cuerpo y resistencia al calor es diferente-, la fuente de hielo nos espera a la salida para refrescar nuca, manos y pies. Luego, el sauna seco con el doble de calor. Las recomendaciones son: no hacer esfuerzos, tratar de no hablar y mantener una respiración calma para tolerar la temperatura. De allí, y tras repetir el hielo, al templo de duchas. Primero, la ducha revitalizante mediante un baldazo de agua a temperatura ambiente, seguida por treinta segundos de la ducha escocesa caliente, la cascada de agua fría por el mismo tiempo, una ducha tradicional y una ducha de sensaciones que consiste en treinta segundos de agua fría y luego un tiempo más prolongado de agua caliente en forma de lluvia junto a aromas y esencias que nos llegan con el agua. Impagable.
El circuito de calor/frío se completa con el hammam, un baño de vapor perfecto para limpiar los poros del cuerpo, eliminar toxinas y relajarse. El perfume a lavandas invade todo el ambiente, el más extremo dentro de esta experiencia.
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