IIº Congreso de Historia Intelectual de América
Latina
El presente Congreso se inscribe en el esfuerzo por articular un diálogo continental entre los investigadores consagrados a la historia intelectual y la biografía colectiva de los intelectuales.
Tiene por antecedente los encuentros promovidos
por Carlos Altamirano durante la década pasada
para llevar adelante el proyecto de la Historia
de los intelectuales en América Latina.
Y por precedente más cercano el Ier Congreso de
Historia Intelectual de América Latina que tuvo
lugar en Medellín en septiembre de 2012.
Algunos de los temas que ordenaron la
convocatoria fueron:
La biografía individual, la sociobiografía y la
prosopografía. La cuestión de las generaciones
intelectuales. Las instituciones culturales
latinoamericanas y los espacios de sociabilidad
intelectual. Los salones, las tertulias, los
bares de la bohemia literaria, las redacciones,
los ateneos, las librerías, las academias, la
universidad, las sociedades de escritores. Los
recursos de la acción colectiva de los
intelectuales. La solicitada. Los congresos. Los
banquetes y los homenajes. Las giras y las
conferencias.
-Los intelectuales y sus revistas. La revista
latinoamericana, ¿producto individual o
colectivo? El modernismo latinoamericano, entre
el periodismo, las revistas literarias y la
bohemia. Las izquierdas y la emergencia de los
intelectuales “proletaroides”. Los colectivos
intelectuales de las vanguardias
latinoamericanas y sus manifiestos. Las revistas
de la “nueva izquierda”.
-Las redes intelectuales latinoamericanas. La
correspondencia, los intercambios de libros y
revistas, los congresos de escritores, los
congresos estudiantiles, los viajeros, los
exilios, las giras europeas de los intelectuales
latinoamericanos y las giras latinoamericanas de
los intelectuales.
Éstos, entre otros, son algunos de los ejes que
abordan las ponencias.
Organizan:
Centro de Historia Intelectual / UNQ y CeDInCI /
UNSAM
Cuándo:
12, 13 y 14 de noviembre de 2014
Dónde:
Dirección:
Av
Santa Fe 1145, CABA
Informes: 4816-5406
Sede 2: Museo Roca
http://www.museoroca.gov.ar
Informes: 4816-5406
Sede 2: Museo Roca
http://www.museoroca.gov.ar
Dirección:
Vicente López 2220 (entre
Azcuénaga y Av. Pueyrredón), CABA
Informes:
4803-2798
Para más informes sobre el Congreso:
Comité académico latinoamericano
Carlos Altamirano (Argentina), Alejandro Blanco
(Argentina), Gerardo Caetano (Uruguay), Eduardo
Devés Valdés (Chile), Javier Garciadiego
(México), Juan Guillermo Gómez García
(Colombia), Gilberto Loaiza (Colombia), Ricardo
Melgar Bao (México), Sergio Miceli (Brasil),
Marcelo Ridenti (Brasil), José Pedro Rilla
(Uruguay), Luis Claros Terán (Bolivia), Bernardo
Subercaseaux (Chile), Horacio Tarcus
(Argentina), Liliana Weinberg
(Argentina-México).
Comité académico argentino: Carlos
Altamirano (UNQ), Dora Barrancos (UBA/Conicet),
Fernanda Beigel (UNCuyo), Alejandro Blanco
(UNQ), José Luis de Diego (UNLP), Alejandro
Eujanian (UNR), Adrián Gorelik (CHI/UNQ),
Horacio Tarcus (CeDInCI/UNSAM), César Tcach
(CEA-UNC/Conicet).
Comité organizador: Ana
Clarisa Agüero (PHAC/IDACOR/CONICET-UNC), Martín
Bergel (UNQ/Conicet), Paula Bruno (UBA/Conicet),
Laura Fernández Cordero (CeDInCI/UNSAM/CONICET),
Flavia Fiorucci (UNQ/Conicet), Adriana Petra
(CeDInCI/UNSAM), Vania Markarian (UdlR).
Se ha repetido últimamente que ese vasto campo
de orientaciones, estrategias y prácticas de
investigación que suele englobarse bajo el
denominador común de
historia intelectual viene siendo
objeto en las últimas tres décadas de una
profunda renovación, no sólo en lo que atañe a
sus métodos sino incluso en relación a su propio
objeto.
Si la historia de las ideas había puesto el foco
en décadas pasadas en las ideas matrices de una
época, en sus grandes textos y en sus
“intelectuales faro”, y si la biografía
tradicional se proponía estudiar minuciosamente
la vida pública y privada de las figuras
consagradas dentro de la alta cultura, los
nuevos desarrollos, sin desatender el rol jugado
por los grandes intelectuales, tienden a
repensarlos dentro de tramas político-culturales
más vastas. El foco se fue abriendo, pues, desde
el lugar central ocupado por los grandes
creadores intelectuales a lugares menos
iluminados o espectaculares, acaso secundarios,
emergentes o residuales, pero ocupados por
figuras que desempeñan funciones intelectuales
no menos significativas que las del gran
productor en el campo intelectual, sea como
creadores menores, divulgadores, difusores,
docentes, redactores de una revista o asesores
de una colección editorial.
Así lo expresaba ya programáticamente Juan
Marichal, cuando en su curso de 1978 distinguía
a la historia intelectual por “la atención
prestada a textos aparentemente secundarios, de
hecho, marginales, de una época. Esto es, los
textos de autores menores que han sido afluentes
tributarios en la génesis de un pensamiento
central, digámoslo así. O también los textos
derivados, a manera de estribaciones laterales,
de una fuerte personalidad creadora. Ahí, en
esos textos, tributarios o derivados —a veces
marcadamente modestos— halla el investigador de
la historia intelectual los matices más
reveladores de una época”.
En algunos casos —como la obra ya clásica de
Martin Jay, La
imaginación dialéctica (1973) — la
historia intelectual centró su atención en un
grupo generacional, el de los investigadores del
célebre Instituto de Frankfurt, que logró
mantener su cohesión y su programa colectivo en
los años del exilio e incluso tras su retorno a
Alemania. En otros casos, la atención también se
desplazó desde las individualidades creadoras a
los espacios intelectuales más numerosos
semejantes a “microsociedades”, ya sean grupos
generacionales o colectivos editores de
revistas, tal como lo muestran Anna Boschetti
con su obra Sartre
y Les Temps Modernes (1985), Heloisa
Pontes con Destinos
mistos (1998), su estudio sobre el
“Grupo Clima” en São Paulo a partir de la década
del 1940, o Susana Quintanilla con Nosotros (2009),
su investigación sobre el grupo del Ateneo de
México en la primera década del siglo XX.
Estas y tantas otras obras que podrían citarse
dan testimonio de que nuestro continente no ha
sido ajeno a los nuevos desarrollos. En parte ha
sido el resultado de la renovación de la
universidad latinoamericana en las últimas
décadas así como de los esfuerzos de
actualización de nuestra tradición en los
estudios de historia cultural, estudios que
remiten a los nombres ya clásicos de Pedro
Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Baldomero Sanín
Cano, Mariano Picón Salas, Luis Alberto Sánchez,
Gilberto Freyre, Leopoldo Zea, Arturo A. Roig,
José Luis Romero, Juan Marichal, David Viñas,
Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama o Rafael
Gutiérrez Girardot.
Estos nuevos desarrollos reconocen referentes y
fuentes inspiradoras diversas. En parte son
resultado de una historiografía que ha recibido
el influjo de aquella perspectiva williamsiana
que postulaba el estudio —como mediación clave
entre el intelectual individual y las
instituciones tradicionales— de instituciones
más lábiles como las “formaciones
intelectuales”; o bien que ha asumido la crítica
de la “ilusión biográfica” llevada a cabo por
Pierre Bourdieu dentro de su programa de
sociología de los intelectuales; o que abrevó en
la producción de la historia social europea
—como la biografía colectiva que traza Maurice
Agulhon de los quarante-huitards—o
más recientemente en la historia europea de los
intelectuales que proponen autores como
Françoise Dosse, Pascal
Ory, Jean-François Sirinelli, entre muchos
otros.
Aunque apenas comienza a ser practicada en el
ámbito de la historia intelectual y en la
historia de los intelectuales (como lo muestran
los trabajos de Christophe Charle, o de
Christian Topalov), la llamada prosopografía
ofrece también instrumentos muy útiles: al
construirse diccionarios biográficos
sistemáticos de todo un grupo social, es posible
identificar grupos y subgrupos, detectar
generaciones, advertir rupturas o continuidades,
inferir redes, etc.
Las instituciones convocantes invitaron a
presentar, en un espacio de diálogo e
intercambio colectivo, los resultados de
investigaciones en curso sobre los y las
intelectuales en América Latina, atendiendo
antes que nada a la dimensión colectiva de la
práctica intelectual, esto es, a las
“formaciones intelectuales”, a los grupos
generacionales, a los colectivos de edición de
revistas y a las redes intelectuales, así como a
los abordajes socio-biográficos de la vida
intelectual latinoamericana.
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