Aunque en Uruguay el concepto de vacaciones de verano
suele estar asociado a playa y descanso, los días sin una rutina fija
cerca del mar también pueden ser un buen momento para disfrutar de
algunas joyas arquitectónicas escondidas entre dunas y rocas. En este
recorrido de Domingo van varias sugerencias para admirar en ojotas a lo
largo y ancho de la costa Este.
Hotel Planeta
Construido en tiempo récord —seis meses trabajando día y
noche—, fue uno de los primeros edificios despojados de ornamentos,
precursor de lo que luego se llamaría arquitectura moderna. El italiano
Natalio Michelizzi, uno de los mayores propulsores de Atlántida como
balneario y de este edificio con forma de barco, llegó hacia 1935 como
turista y se deslumbró con la belleza de las barrancas y los pinos del
lugar. Hoy reconvertido en un edificio de apartamentos, el Planeta
Palace Hotel resultó el primero en reunir todas las comodidades de un
hospedaje de lujo: calefacción, baño privado y agua caliente. De todos
modos, tras las reformas la construcción mantiene intacto su espíritu
náutico. El hall del edificio es casi idéntico al de un antiguo
transatlántico, sus pasillos son como los de un barco y sus pequeños
departamentos (otrora piezas del hotel) bien podrían pasar por
camarotes.
Iglesia de Cristo Obrero
Esta obra construida completamente de ladrillo por
Eladio Dieste fue pensada para los habitantes de Estación Atlántida,
donde está ubicada, un centro poblado próximo al balneario donde viven
trabajadores que brindan allí sus servicios. Ingeniero de profesión y
arquitecto de espíritu, Dieste comenzó a proyectarla en 1955 y las obras
se extendieron hasta 1960. Su estructura aparentemente ligera es toda
una proeza arquitectónica que lleva al ladrillo —presente en pisos,
paredes y techo— al máximo esplendor de sus posibilidades expresivas.
Vale la pena levantar la vista y observar los techos abovedados, uno de
los sellos distintivos de Dieste. "La iglesia fue pensada de modo que
todos se sintieran comunitariamente actores de la liturgia; la misma
fuerza del espacio único, al que cualifican la estructura, los muros del
presbiterio y el uso de la luz, expresa esa unidad comunitaria", dijo
el ingeniero sobre su obra.
Hoy declarado de interés departamental, el Hotel La
Floresta se inauguró el 3 de enero de 1915, constituyéndose como el
edificio más alto de la zona. Fue remodelado varias veces hasta que en
la década de 1930, bajo las influencias del expresionismo y la
arquitectura náutica, sus nuevos dueños, los primos Velatti y Sburlatti,
le dieron la forma de barco que lo distingue hasta hoy. Este edificio
tiene "claras referencias náuticas", explica la arquitecta Gabriela
Pallares, "propias de los edificios costeros" que hay en varias ciudades
del mundo. A lo largo de toda la rambla de La Floresta se avista el
icónico edificio, que en su época de mayor esplendor contaba con
restaurante de lujo, un concurrido casino y unas terrazas panorámicas
sede de importantes eventos sociales. En los años 50 el hotel cerró y
—lo mismo que el Planeta— se vendió como propiedad horizontal; hoy, las
habitaciones funcionan como apartamentos. También el casino dejó de
funcionar hace años y más tarde lo mismo ocurrió con el cine (con
entrada por la parte trasera del hotel), que abría solo en verano, un
restaurante y una tienda con souvenirs. Sin embargo, y como no podía ser
de otra manera, la "bajada del hotel" sigue siendo el punto más
concurrido de la playa.
Hotel San Rafael
El estado de deterioro en el que se encuentra no le
hace justicia al esplendor que irradió durante toda la segunda mitad del
siglo XX. El hotel de estilo Tudor fue símbolo del auge de Punta del
Este como principal balneario de Uruguay y uno de los más prestigiosos
de Sudamérica. Vivió sus años dorados en las décadas de 1950 y 1960,
cuando sus instalaciones y casino atraían tanto a las familias patricias
del Río de la Plata como a figuras de la política, la realeza, el
deporte y el entretenimiento de todo el mundo. Por allí pasaron desde
los reyes de España hasta Pelé y Carlos Menem. En ese entonces, dice la
arquitecta Gabriela Pallares, los "revivals de arquitecturas clásicas o
estilos puntuales" eran recursos para "dotar de categoría" una
construcción. Algo de eso ocurrió con el San Rafael, cuya silueta cobró
categoría de ícono sobre la Playa Brava hasta fines de los 90, cuando la
inauguración del hotel Conrad y la crisis financiera que arrancó con el
nuevo siglo bajaron sus estrellas a solo tres y el edificio cayó en el
deterioro que lo encuentra hoy, reflexiona Pallares. Actualmente, el San
Rafael no figura en el listado de edificios protegidos en Maldonado por
la Comisión de Patrimonio Nacional, mientras sí lo están la estación de
Ancap de Rafael Lorente en la avenida Gorlero y el antiguo Cuartel de
Dragones, entre otros. "Una verdadera alerta que debería reconsiderarse
antes de que llegue alguien con ánimo sustitutivo", opina la
especialista. Las últimas novedades sobre su futuro datan de 2011,
cuando una asociación entre el grupo empresarial argentino Ingalfa y
Hilton compró el Hotel San Rafael por 30 millones de dólares con el fin
de reconvertirlo a cinco estrellas.
El Torreón
Levantado durante el boom constructivo de los 80, el
edificio es todo un símbolo del ingreso a la Península, en Punta del
Este. Detrás de la obra está la firma Estudio Cinco. No solo tiene una
privilegiada ubicación en la Parada 1 de la Mansa, sino que uno de sus
principales distintivos es la planta giratoria en el piso 24, cuyo
destino varió de restaurante a discoteca y salón de eventos. Al menos en
Uruguay, no hay otro edificio que tenga un piso giratorio. Los ejemplos
existentes, señala la arquitecta Pallares, son mucho más recientes y
están ubicados en Asia y Medio Oriente. "En ese sentido, ha sido
definitivamente precursor", asegura. El hecho de tener el ascensor por
fuera también podría referir en cierta medida a la llamada "arquitectura
tardomoderna", esa corriente que se caracteriza por hacer el énfasis en
las líneas externas de una construcción, con el Centro Pompidou de
París como emblema.
HOTEL PLANETA
Es uno de los principales testimonios de la
arquitectura Art Decó, en particular de la vertiente náutica de este
estilo, que en Uruguay tuvo gran desarrollo entre 1930 y 1950. Quedó
inaugurado en 1937 y hasta 1954 funcionó como el Planeta Palace Hotel,
centro de la actividad social de Atlántida.
HOTEL SAN RAFAEL
Además de funcionar como hotel, sus varios salones
de eventos dieron cita a algunas de las principales figuras políticas y
artísticas del Río de la Plata. En el Salón Gótico, con capacidad para
1.500 personas, se celebró la histórica primera reunión de la Ronda
Uruguay del GATT y la OEA.
IGLESIA DE CRISTO OBRERO
Uno de los atractivos de la obra de Eladio Dieste
son sus ventanas, todas ellas cubiertas con vidrios de colores. La
imagen de Cristo es una escultura dorada en madera realizada por el
escultor español Eduardo Yepes. Además, el presbiterio y la nave se
encuentran integrados en un mismo espacio.
HOTEL LA FLORESTA
En diciembre de 1914, los primeros visitantes que
llegaron hasta el Hotel La Floresta lo hicieron en tren, con un servicio
que salía desde Montevideo y hacía una parada en la estación Mosquitos,
próxima al naciente balneario. La construcción original era de madera y
estaba iluminada a gasógeno.
El faro que iluminó La Paloma
Punto emblemático del balneario, el Faro Cabo Santa
María de La Paloma tuvo mucho que ver en el poblamiento de la ciudad.
Comenzó a construirse en 1870, cuando en la zona había poco más que una
extensa playa de arenas finas y unos cuantos pescadores. Con una altura
de 30 metros y un alcance luminoso de 20,5 millas náuticas, fue
declarado Monumento Histórico Nacional. Es posible subir hasta la cima
por una escalera en forma de caracol que tiene poco más de 140 escalones
y cuya recompensa es una inmejorable vista del balneario.
Aunque ahora es considerado una escala turística
innegable, durante años fue famoso por la tragedia que conllevó su
construcción. En la noche del 17 de mayo de 1872, debido a una fuerte
tormenta, la torre primitiva se derrumbó cuando ya llevaba 30 metros de
construida. Al derrumbarse provocó la muerte de 15 operarios (ocho
italianos y siete franceses) de la empresa constructora, que se habían
refugiado en la obra. Los funcionarios fueron enterrados en un pequeño
cementerio que existe en el predio del Faro. Y la torre fue reconstruida
según el proyecto original, quedando habilitada el 1º de septiembre de
1874. Al finalizar la concesión de la empresa privada que lo construyó,
en 1896 pasó a manos del Estado.
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