La exquisita combinación de carne, queso, jamón, panceta, huevo duro o frito, lechuga, tomate, mayonesa, aceitunas, alcaparras, hongos entre otros, componen el símbolo popular de la cocina uruguaya, "el chivito", que por estos días cumple 70 años, con muy buena salud pero muy alejado de sus humildes e improvisados orígenes.
La historia nos recuerda que una viajera hambrienta, un bar para noctámbulos jugadores y un ingenioso y atento restaurador de origen italiano, Antonio Carbonaro, se unieron sin querer una noche de invierno para crear el imponente bocadillo, fijo en los menús de bares y restaurantes de Uruguay, que se sirve con papas fritas o ensalada rusa. Esta semana la Liga de Fomento de Punta del Este, rinde homenaje a la familia Carbonaro.
La historia del chivito comenzó cuando una turista, que Antonio Carbonaro identificó como cordobesa por su acento, llegó al bar y pidió algo rápido para comer.
"La cocina estaba cerrada pero mi padre siempre decía que nadie se podía ir sin estar bien servido, así que con pan francés, manteca, un churrasco de ternera y jamón, improvisó el primer chivito", explica Graciela Carbonaro.
¿Y cómo fue que un bocadillo de carne y jamón quedó bautizado como chivito? "Es algo que la gente no entiende muy bien. Al parecer, la señora dijo que podría comer algo de carne de chivo, pero aquí, en Uruguay, esa es muy poco común. Así que quedó como chivito en homenaje a esa circunstancia", agregó Carbonaro.
Desde ahí, el chivito llegó a todo el país y se convirtió en uno de los platos más reconocidos de Uruguay y el más pedido por los turistas", asegura el chef Hugo Soca, autor de un exitoso libro de recetas de comida uruguaya.
Este éxito culinario fue vivido con modestia por Carbonaro, quien decía que lo creó sólo por no decirle que no a la señora, si bien, según su hija, se sentía orgulloso por haber creado algo tan destacado.
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