El Dr. Máximo
Ravenna se refirió a las consecuencias que acarrea no descansar el
tiempo necesario y a los trastornos de salud a los que conlleva dicha
conducta. Una persona que no se toma el tiempo para dormir como se debe
podría aumentar su peso en alrededor de cinco kilos por año. Trabajar de
noche, vivir en horario nocturno y dormir de día, cambiar
permanentemente los tiempos de relajación y la falta de horas de sueño
desequilibran todos y cada uno de los puntos de sincronización del
cuerpo humano, entre los cuales, obviamente, se encuentra el metabolismo
y la asimilación correcta de los alimentos.
Un estudio que
publica la revista Science Translational Medicine indica que realizar
actividades laborales en horarios nocturnos puede favorecer la aparición
de diabetes y obesidad por un desajuste en el reloj biológico que
altera la secreción de la insulina.
Para llegar a
esta conclusión, se trabajó durante seis semanas con 21 personas sanas.
Los voluntarios durmieron 10 horas diarias durante las tres primeras
semanas, pero luego su descanso se redujo a 5,6 horas de sueño cada 24
horas para simular las rotaciones en los turnos de trabajo.
“Los resultados
muestran que las personas que trabajan en turnos de noche y tienen
predisposición a la diabetes tienen más posibilidades de desarrollarla”
expresa el estudio y agrega que “la masa corporal se vio afectada, ya
que los participantes mostraron una reducción de la actividad metabólica
que se podría traducir en un aumento de peso anual de más de 4,5
kilos”.
En sintonía y
también de acuerdo con una investigación difundida en la revista Sleep,
se destaca que es importante dormir bien, temprano y con un sueño de
buena calidad para evitar un incremento de peso. En los resultados de
la investigación, liderado por Andrea Spaeth, del Departamento de
Psicología de la Universidad de Pennsylvania, se encontró que los
adultos sanos que se desvelan y lo hacen de forma crónica, consumen más
calorías durante el día, para compensar la falta de sueño.
Para arribar a
estos resultados, el equipo de investigación realizó el estudio en el
Laboratorio de Sueño y Cronobiología del Hospital de esa facultad, que
incluyó a un grupo de 225 individuos sanos, no obesos, con edades
comprendidas entre 22 y 50 años, que fueron asignados al azar a la
restricción del sueño o la condición de control y pasaron hasta 18 días
consecutivos en el laboratorio.
Las comidas se
sirvieron a horas precisas pero siempre tenían comida disponible en la
cocina del laboratorio para los participantes que quisieran comer en
otros momentos del día. Los sujetos podían moverse, pero no se les
permitió hacer ejercicio, sino tan sólo ver la televisión, leer,
utilizar videojuegos o realizar otras actividades sedentarias.
Al respecto, y en
congruencia con estos estudios, el Dr. Ravenna dice que todo el
desacople homeostático que genera la falta de descanso trae aparejadas
alteraciones en el estado de ánimo, algo que indirectamente también
puede llevar a comer más para reemplazar la insatisfacción que genera el
no poder dormir en tiempo y forma. En definitiva se genera un círculo
vicioso que retroalimenta negativamente ambos estados.
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