miércoles, 29 de abril de 2015

HE VISTO A DIOS. Un sainete tragico de FRACISCO DEFILIPPIS NOVOA. ESTRENO

He visto a Dios
Un sainete trágico
Adaptación de Roberto Ibáñez de la obra de
Francisco Defilippis Novoa
Funciones: sábados a las 21 hs.
Teatro: La Ranchería
Dirección: México 1152
Entradas: $ 120, desc a jubilados y estudiantes 
(Se pueden adquirir en el Teatro o bien por Alternativa Teatral)
Informes: 4382-5862 / por mail larancheria.teatro@gmail.com
Duración de la Obra :  1hora 20min
 
 
SINTESIS ARGUMENTAL
He visto a Dios se abre como un sainete tragicómico. El joyero y relojero Carmelo Salandra, inmigrante italiano, acumula dinero en su negocio para su hijo Chicho. No tiene escrúpulos con tal de enriquecerse: explota a su empleado Victorio, compra a precios exiguos joyas robadas para reducirlas, es avaro, usurero, impiadoso, violento y despreciativo con el prójimo.  Carmelo es un villano entrañable,  el centro de cuya vida es Chicho, su hijo.  Jugador, pendenciero, rodeado de malas compañías, Chicho será asesinado en una noche de naipes marcados, en parte a causa de que su padre se ha negado a facilitarle una suma de dinero. Carmelo, además, regentea el conventillo del que su negocio forma parte. Le alquila el altillo a un Vendedor de Biblias, por quien siente particular curiosidad. El personaje del Vendedor de Biblias un peregrino y paseador del mundo por gracia divina,  austero y de  cenas frugales (Dos naranjas) traba amistad con Carmelo y le recuerda la preocupación por Dios y la dimensión espiritual de los hombres. La presencia, más que la palabra del Vendedor de Biblias, hierático y lacónico, alteran a Carmelo, quien ante la pregunta: “¿Cree en Dios?”, se muestra “incrédulo, burlón, pero al mismo tiempo en duda”. Todo cambiará con la muerte de su hijo, Carmelo se ha vuelto místico y cree ver y hablar con Dios. Esto es fomentado por Victorio su empleado quien aprovechando el delirio de Carmelo se disfraza todas las noches de Dios  y con Gaetano (un vecino, padre de Nuncia, la muchacha a la que Chicho ha dejado embarazada), se ponen de acuerdo para sacarle el negocio a Carmelo. Pero llega el día en que la trampa de  Victorio es desenmascarada por el  inesperado ingreso del Vendedor. Carmelo increpa al Vendedor: lo acusa de la caída de su Dios. Finalmente en el último cuadro los componentes cómicos son esporádicos. El aspecto trágico desaparece, porque ya todo gira bajo la esfera iluminada de la revelación. Carmelo se ha transformado en un hombre nuevo. Como el Vendedor de Biblias, será más espíritu que carne. Ha atravesado una conversión que lo ha espiritualizado. Ha dejado todo su dinero al nieto, proyección humana de su hijo. Su nuevo estado interior es de gran complejidad, está lleno de lucha, de una mezcla de dolor y de esperanza. Su parábola espiritual encarna el efecto deseado por Defilippis Novoa: el nacimiento en el alma del hombre de una nueva sabiduría existencial que incluye el valor de lo espiritual, la religación con lo sagrado y una nueva relación con los hombres y el mundo.

Ficha artístico técnica
Personajes: Carmelo: Roberto Ibáñez / Victorio: Gustavo Brenta /El Charlatán: Fausto Bengoechea / Chicho: Santiago García Ibáñez /El vendedor de biblias: Daniel Di Cocco / Gaetano: Beto Orchoski /Zapiolita: Sergio Veloso /Nuncia: Silvana Coppini
Escenografía: Víctor De Pilla
Asistencia Realización de Escenografía: Matías Ledesma
Vestuario: Alicia Gumá
Asistencia Confección de Vestuario: Carolina Arce   
Diseño de Luces: Natalia Bianchi y Gabriel Cosoy
Fotografía: Gabriel Reig
Realización videos: Pedro Flores Maldonado
Prensa: Simkin & Franco
Asistencia de Dirección: Susana Arata
Dirección  General: Gabriel Cosoy

Adaptación de Roberto Ibáñez de la obra de Francisco De Filippis Novoa
¿Por qué adapté e interpretaré He Visto a Dios de Francisco Defilippis Novoa?
“Dejé Tucumán el año 1974 luego de 10 años de trabajar allí. Había bajado de cartel ‘La Fiaca’ del maestro Talesnik, dirigida por aquel inolvidable Carlos Olivera en el Teatro Estable de la Provincia.
A la semana de arribar, llamé a Salvador Santángelo, uno de los dos directores teatrales que me habían visto trabajando en Tucumán -el otro había sido Jorge Petraglia- y, con esta enorme suerte que siempre me ha acompañado, aparecí en el momento justo en que se necesitaba reemplazar a un actor en He Visto a Dios, obra dirigida por el estupendo Salvador Santángelo y que se estaba representando en el Teatro Municipal General San Martín. La protagonizaba ese enorme actor que fue Osvaldo Terranova. Aquel ha sido mi primer trabajo teatral en Buenos Aires, y mi escuela en el noble y entrañable género que es el Grotesco Argentino.
Ahora debutará, concretando un bello sueño-impulso de este proyecto, mi nieto Santiago García Ibáñez, próximo a egresar del IUNA, encarnando a mi Chicho, el hijo de Carmelo Salandra, que en esta ocasión será interpretado por mí.  Hace algunos años debutaba, integrando el elenco de Teresa Batista Cansada de Guerra, nuestra querida Alejandra Darín. Hoy su hijo, Fausto Bengoechea, encarnará, en esta versión y en su debut actoral, al personaje de “El Charlatán”, papel con el cual inicié mi experiencia porteña allá por el ’74 (posteriormente, en plena gira, pasé a representar a Chicho).
Me colma de emociones poder llevar adelante esta obra con ellos y con Silvana Coppini y Gustavo Brenta, todos jóvenes valores que suman su talento y frescura a esta obra que adapté y que siento como el cierre de un círculo misterioso en mi trayectoria como actor. Y quizás, la despedida de mis largos años como tal.
Mi amigo Daniel Di Cocco aceptó subirse al tren que compartimos con Beto Orchosky y Sergio Veloso. Víctor De Pilla y Alicia Gumá nos proveyeron de su escenografía y vestuario, Susana Arata es nuestra alma mater y asistente del director; gracias querido Gabriel Cosoy por brindarnos tu dirección general”.
Roberto Ibáñez, Buenos Aires, Marzo de 2015.

 
 

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