He visto a Dios 
                                
                                Un sainete trágico
                                Adaptación de Roberto Ibáñez de la obra 
                                de
                                Francisco Defilippis Novoa
                                
                                Funciones: 
                                
                                sábados a las 21 hs.
                                
                                Teatro: 
                                La 
                                Ranchería
                                
                                Dirección: 
                                México 1152
                                
                                Entradas: 
                                $ 
                                120, desc a jubilados y estudiantes  
                                
                                (Se pueden adquirir en el Teatro o bien por 
                                Alternativa Teatral)
                                
                                Informes: 
                                4382-5862 / por mail
                                
                                
                                larancheria.teatro@gmail.com
                                
                                Duración de la Obra :  
                                1hora 20min
                                SINTESIS ARGUMENTAL
                                
                                He visto a Dios 
                                se abre como un sainete tragicómico. El joyero y 
                                relojero Carmelo Salandra, inmigrante italiano, 
                                acumula dinero en su negocio para su hijo 
                                Chicho. No tiene escrúpulos con tal de 
                                enriquecerse: explota a su empleado Victorio, 
                                compra a precios exiguos joyas robadas para 
                                reducirlas, es avaro, usurero, impiadoso, 
                                violento y despreciativo con el prójimo.  
                                Carmelo es un villano entrañable,  el centro de 
                                cuya vida es Chicho, su hijo.  Jugador, 
                                pendenciero, rodeado de malas compañías, Chicho 
                                será asesinado en una noche de naipes marcados, 
                                en parte a causa de que su padre se ha negado a 
                                facilitarle una suma de dinero. Carmelo, además, 
                                regentea el conventillo del que su negocio forma 
                                parte. Le alquila el altillo a un Vendedor de 
                                Biblias, por quien siente particular curiosidad. 
                                El personaje del Vendedor de Biblias un 
                                peregrino y paseador del mundo por gracia 
                                divina,  austero y de  cenas frugales (Dos 
                                naranjas) traba amistad con Carmelo
                                y le recuerda la 
                                preocupación por Dios y la dimensión espiritual 
                                de los hombres. La presencia, más que la palabra 
                                del Vendedor de Biblias, hierático y lacónico, 
                                alteran a Carmelo, quien ante la pregunta: 
                                “¿Cree en Dios?”, se muestra “incrédulo, burlón, 
                                pero al mismo tiempo en duda”. Todo cambiará con 
                                la muerte de su hijo, Carmelo se ha vuelto 
                                místico y cree ver y hablar con Dios. Esto es 
                                fomentado por Victorio su empleado quien 
                                aprovechando el delirio de Carmelo se disfraza 
                                todas las noches de Dios 
                                y con Gaetano (un 
                                vecino, padre de Nuncia, la muchacha a la que 
                                Chicho ha dejado embarazada), se ponen de 
                                acuerdo para sacarle el negocio a Carmelo. Pero 
                                llega el día en que la trampa de  Victorio es 
                                desenmascarada por el  inesperado ingreso del 
                                Vendedor. Carmelo increpa al Vendedor: lo acusa 
                                de la caída de su Dios. Finalmente en el último 
                                cuadro los componentes cómicos son esporádicos. 
                                El aspecto trágico desaparece, porque ya todo 
                                gira bajo la esfera iluminada de la revelación. 
                                Carmelo se ha transformado en un hombre nuevo. 
                                Como el Vendedor de Biblias, será más espíritu 
                                que carne. Ha atravesado una conversión que lo 
                                ha espiritualizado. Ha dejado todo su dinero al 
                                nieto, proyección humana de su hijo. Su nuevo 
                                estado interior es de gran complejidad, está 
                                lleno de lucha, de una mezcla de dolor y de 
                                esperanza.
                                
                                
                                Su parábola espiritual encarna el efecto deseado 
                                por Defilippis Novoa: el nacimiento en el alma 
                                del hombre de una nueva sabiduría existencial 
                                que incluye el valor de lo espiritual, la 
                                religación con lo sagrado y una nueva relación 
                                con los hombres y el mundo. 
Ficha artístico técnica
                                
                                
                                Personajes: 
                                
                                Carmelo: Roberto Ibáñez / Victorio: Gustavo 
                                Brenta /El Charlatán: Fausto Bengoechea / 
                                Chicho: Santiago García Ibáñez /El vendedor de 
                                biblias: Daniel Di Cocco / Gaetano: Beto 
                                Orchoski /Zapiolita: Sergio Veloso /Nuncia: 
                                Silvana Coppini
                                
                                
                                Escenografía: 
                                
                                Víctor De Pilla
                                
                                
                                Asistencia Realización de Escenografía: Matías Ledesma
                                
                                
                                Vestuario: 
                                Alicia Gumá
                                
                                
                                Asistencia Confección de Vestuario: Carolina Arce    
                                
                                
                                
                                Diseño de Luces: 
                                
                                Natalia Bianchi y Gabriel Cosoy
                                
                                
                                Fotografía: 
                                Gabriel Reig
                                
                                
                                Realización videos: 
                                Pedro Flores Maldonado
                                
                                
                                Prensa: 
                                Simkin & Franco 
                                
                                
                                Asistencia de Dirección: Susana Arata
                                
                                
                                Dirección  General: 
                                Gabriel Cosoy
                                Adaptación de 
                                Roberto Ibáñez de la obra de Francisco De 
                                Filippis Novoa
                                ¿Por qué adapté e interpretaré He Visto a Dios 
                                de Francisco Defilippis Novoa?
                                “Dejé Tucumán el año 1974 luego de 10 años de 
                                trabajar allí. Había bajado de cartel ‘La Fiaca’ 
                                del maestro Talesnik, dirigida por aquel 
                                inolvidable Carlos Olivera en el Teatro Estable 
                                de la Provincia. 
                                A la semana de arribar, llamé a Salvador 
                                Santángelo, uno de los dos directores teatrales 
                                que me habían visto trabajando en Tucumán -el 
                                otro había sido Jorge Petraglia- y, con esta 
                                enorme suerte que siempre me ha acompañado, 
                                aparecí en el momento justo en que se necesitaba 
                                reemplazar a un actor en He Visto a Dios, obra 
                                dirigida por el estupendo Salvador Santángelo y 
                                que se estaba representando en el Teatro 
                                Municipal General San Martín. La protagonizaba 
                                ese enorme actor que fue Osvaldo Terranova. 
                                Aquel ha sido mi primer trabajo teatral en 
                                Buenos Aires, y mi escuela en el noble y 
                                entrañable género que es el Grotesco Argentino.
                                
                                Ahora debutará, concretando un bello 
                                sueño-impulso de este proyecto, mi nieto 
                                Santiago García Ibáñez, próximo a egresar del 
                                IUNA, encarnando a mi Chicho, el hijo de Carmelo 
                                Salandra, que en esta ocasión será interpretado 
                                por mí.  Hace algunos años debutaba, integrando 
                                el elenco de Teresa Batista Cansada de Guerra, 
                                nuestra querida Alejandra Darín. Hoy su hijo, 
                                Fausto Bengoechea, encarnará, en esta versión y 
                                en su debut actoral, al personaje de “El 
                                Charlatán”, papel con el cual inicié mi 
                                experiencia porteña allá por el ’74 
                                (posteriormente, en plena gira, pasé a 
                                representar a Chicho). 
                                Me colma de emociones poder llevar adelante esta 
                                obra con ellos y con Silvana Coppini y Gustavo 
                                Brenta, todos jóvenes valores que suman su 
                                talento y frescura a esta obra que adapté y que 
                                siento como el cierre de un círculo misterioso 
                                en mi trayectoria como actor. Y quizás, la 
                                despedida de mis largos años como tal.
                                Mi amigo Daniel Di Cocco aceptó subirse al tren 
                                que compartimos con Beto Orchosky y Sergio 
                                Veloso. Víctor De Pilla y Alicia Gumá nos 
                                proveyeron de su escenografía y vestuario, 
                                Susana Arata es nuestra alma mater y asistente 
                                del director; gracias querido Gabriel Cosoy por 
                                brindarnos tu dirección general”.
                                
                                Roberto Ibáñez, Buenos Aires, Marzo de 2015.
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