Al igual que la primera edición, ésta será de
carácter internacional, y tendrá como principal escenario el gran hall
de la sede central del Banco República, en Cerrito 351. Esta edición
busca capitalizar lo realizado en la primera, y contará con la
participación de más de 50 artistas de diversos continentes, a los que
se sumaron 11 artistas uruguayos.
Organizado por la Fundación Bienal de Montevideo, este
gran encuentro de las artes visuales procura a la vez utilizar lugares
de alto valor patrimonial para exponer las obras, y también darles un
buen marco estético. Por eso, además del hall de la sede central del
Banco República, habrá otros sitios relevantes para visitar, como el
anexo de la calle Zabala, la Iglesia San Francisco y el Museo de Artes
Decorativas Palacio Taranco.
Durante la exposición, se contará con un Proyecto
Educativo de inserción social, a cargo de un equipo multidisciplinario.
El programa está orientado a transmitir la importancia de la Bienal a
los distintos públicos, y para eso se dictarán talleres sobre distintas
temáticas artísticas, y se organizarán visitas guiadas para
instituciones integradas por niños, adolescentes, jóvenes, adultos
mayores y personas con discapacidades, así como para público en general.
Este proyecto está a cargo de la Fundación Banco República, bajo la
coordinación general de Milagros Casal.
El horario de visita será de martes a sábados de 10 a
17 horas, tanto para el gran hall del Banco República como para el
anexo de la misma institución bancaria (en Zabala 1520), y la Iglesia
San Francisco de Asís (en Solís 1469, con entrada por Cerrito). Pero el
Museo de Artes Decorativas (en 25 de Mayo 376) se podrá visitar de lunes
a viernes de 12:30 a 17:30 horas.
La nómina de artistas participantes el extensa, y hay
en ella todo un abanico de diversos estilos y soportes. Franz Achermann,
Fernando Álvarez Cozzi, Sarnath Banerjee, Javier Bassi, Matilde
Campodónico, Rita Fischer, Mark Formanek, Yang Fudong, Cao Guimaráes,
Federico Rubio, Adrián Paci, Lucía Pittaluga y Haim Sokol son solamente
algunos de los muchos artistas implicados.
"La distancia que separa el presente del futuro se mide
de modos diferentes y en unidades de medida variables en cada época.
Ora el futuro parece estar al alcance de la mano, ora se aleja hasta lo
inalcanzable. En ocasiones esta distancia se mide en nanosegundos,
otras en años, décadas y siglos. Los ingenieros intentan traducir la
dimensión temporal a otra espacial y determinar la distancia entre
presente y futuro con categorías físicas como millas, horas, kilovatios,
o con el tacómetro, mientras que a los artistas les toca -no pocas
veces- registrar las ruinas que bordean ese camino. Mientras que en el
arte esta distancia es vivenciada de forma extremadamente subjetiva y no
lineal, la ciencia y la tecnología aspiran a la objetividad y
plausibilidad. El temor al mañana o, por el contrario, su anhelo, hará
aparecer siempre al futuro en un matiz y extensión diferentes", explica
Hug reflexionando sobre el título y el sentido de esta nueva edición.
"Desde la perspectiva eurocéntrica la cronología en
el hemisferio occidental comienza recién en 1507, cuando el nombre
`América` aparece por primera vez en un mapamundi de Martin
Waldseemüller. Sin embargo, el hecho de que el continente estuviese
poblado desde hace más de veinte mil años solía ignorarse, entre otras
cosas, porque durante la conquista se destruyó una gran parte del
patrimonio indígena.
"Ante esta aniquilación a gran escala de una historia
y un pasado, no es de extrañar que en Sudamérica también el futuro haya
tenido que aplazarse una y otra vez. Esto es particularmente cierto
para Brasil, el eterno `país del futuro`. Que en los últimos años
ese futuro haya logrado alcanzarse -quizás por primera vez- se debe a un
aceleramiento cultural, en el que colaboraron, entre otros, las
bienales de arte. De modo que estaremos bien aconsejados si entendemos
el futuro por medio de la visión de los artistas", afirma Hug.
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